Páginas

lunes, 20 de febrero de 2017

Mi homenaje a Sinuhé el egipcio

Haciendo limpia en los modernos cajones que son los archivos informáticos, encuentro este artículo. Quedó sin publicar en uno de esos blogs comunitarios que aparecen y desaparecen a la velocidad de la luz. Lo rescato, dándole nueva vida. 

Más de un lector sabrá definir con precisión qué es la novela histórica. Yo me pierdo en la búsqueda de sus características. Lo explico. Ignoro, por ejemplo, en qué punto un libro sobre hechos o personajes históricos puede considerarse novela o ensayo. Novela es ficción, dicen, pero resulta que todos los ensayos o tratados históricos —no ficción, se supone— se han escrito con mirada subjetiva, con datos que no siempre son fiables y, en su mayor parte, contaminados por los prejuicios del autor.
Si además damos por cierto que la historia la escriben los vencedores, ocultando lo que no conviene a su ideología o intereses, llego a la conclusión muy personal de que todo lo que tiene que ver con la historia es pura ficción. Sin ánimo de ofender creencias —y mucho menos de provocar reacciones fundamentalistas— me permito opinar que tanto los Evangelios como el Corán son novelas que describen unos hechos y una época. Y que fueron escritas muchos años después de que sus protagonistas murieran, con lo cual se permiten todo tipo de licencias. Sin olvidar que ambas son obras de adoctrinamiento.

La salud del alma
Abandonaré estos berenjenales para centrarme en una novela histórica que leí de adolescente. Cuando devoraba la biblioteca familiar. Había de todo. Desde la novela romántica a la policiaca, pasando por la costumbrista. Todas ellas dentro de la ortodoxia del momento, cuando la férrea censura de la dictadura prohibía a los españoles el acceso a tantos autores considerados peligrosos para la salud del alma.
Entre aquel cúmulo de novelas me viene a la memoria una, precisamente histórica: Sinuhé el egipcio, del escritor finlandés Mika Waltari. Se publicó en 1945, recién terminada la guerra mundial que segó millones de vidas y provocó el auge de la filosofía existencialista. Los intelectuales europeos se interrogaban sobre el absurdo de la existencia y Waltari participa del pesimismo en este relato sobre el Egipto de los faraones. No sé si una relectura actual me desilusionaría. En aquellos años yo no tenía la menor idea de quién era el autor, y creo que no capté del todo la ironía y el humor soterrado que impregnan la novela. Simplemente me la bebí en una horas intensas.
Reproduzco un fragmento:

«Yo, Sinuhé, he visto a un hijo asesinar a su padre en la esquina de una calle.  He visto a los pobres levantarse contra los ricos, los dioses contra los dioses. He visto a un hombre que había bebido vino en copas de oro inclinarse sobre el río para beber agua con la mano. Los que habían pesado el oro mendigaban por las callejuelas, y sus mujeres, para procurar pan a sus hijos, se vendían por un brazalete de cobre a negros pintarrajeados».




Toda una síntesis del mundo antiguo. Podría aplicarse a las crisis económicas de todos los tiempos y también al devenir de nuestras vidas, carente de lógica. Los adictos a Blade runner, reconocerán que la descripción tiene más sentido que esa frase tan sobrevalorada de la película  basada en la obra de Philip K. Dirk, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?:

«Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir».        

Sinuhé es un médico que consagra su vida a ayudar a los pobres en la ciudad de Tebas. Como individuo contradictorio no renuncia a los placeres de la vida y cae en las redes de la hermosa prostituta Nefer-Nefer. A partir de ahí cambiará su vida. No cuento más por si queréis leerla. En 1954 Hollywood hizo una superproducción con el título The egyptian. El excelente director Michael Curtiz (Casablanca) cumplió el encargo con oficio. El film se resiente de un reparto desequilibrado y apuesta por el espectáculo. Apenas queda rastro de los conflictos que atormentan al personaje.
Waltari no solo escribió novela histórica. Es un autor de gran calidad hoy olvidado. Nada que ver, lo siento, con los superventas actuales de novela más o menos histórica. Alumnos de Pérez Reverte o, peor aún,  de Dan Brown y sus códigos multiuso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario