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viernes, 10 de marzo de 2017

Injurias y calumnias

«Bochornoso arbitraje», titulaba el Marca. El abogado escondió el periódico cuando Perlita de Sanlúcar entró como un ciclón en el despacho.  

En sus treinta años de carrera, la tonadillera había compartido cama con los empresarios más influyentes del showbusiness. ¡Y, a estas alturas, cierta prensa comentaba abiertamente supuestas inclinaciones lésbicas! Ni tener en nómina a un par de periodistas de la telebasura había frenado tal insidia. 

La temperamental estrella le lanzó a la cara un puñado de revistas. «¡Ponles una querella!», exigió con la garra que impregnaba Fuego en mis entrañas, su canción de más éxito. «A las ocho tengo que estar en la estación para coger el AVE y quiero ver los papeles listos», insistió. Intentó disuadirla: «No te metas en esos charcos. La polémica ha aumentado tu caché...». 

Ella bordaba la pose de dignidad ofendida, cuando entró la secretaria. Perlita se quedó hipnotizada, sin despegar los ojos del generoso escote.

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