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viernes, 17 de marzo de 2017

Ternura de género


Soy consciente de que esta crónica podría generarme enemistades en el colectivo de los políticos, uno de los pocos que está consiguiendo superar las penurias económicas —brillantemente, podría decirse— que fustiga al resto, o casi, de las familias. Podría añadir a los banqueros en este pelotón de cabeza anticrisis. Pero sería una pésima idea.

Acabo de solicitar el mismo crédito en cascada a las principales entidades financieras. No quisiera sumar a mi reconocida insolvencia otro motivo para las denegaciones.
De forma que evitaré provocar reacciones furibundas desde el progresismo y el conservadurismo, dotando de ánimo positivo a mis argumentos. Vamos allá.
¿Por qué a nadie se le ha ocurrido que la mejor manera de combatir la violencia de género, también denominada maltrato machista, consistiría en apoyar dos actitudes contrarias: la ternura de género y  el mimo machista? No es tan difícil si hay voluntad.
Confieso que tengo mis limitaciones. Como no conseguía dar contenido al enunciado de ambos conceptos, he acudido una vez más a ese pozo de sabiduría varsoviana llamado Metodio Jodorowsky. He pillado al profesor en el momento mas adecuado, eufórico como pocas veces.
Está a punto de publicar en Amazon su ensayo Nepotyzm para (Nepotismo de pareja), justo el tema que deseaba consultarle. No he querido enfriar su entusiasmo, diciéndole que Amazon no tiene página en Polonia. Ya se dará cuenta a su debido cobro de royalties.
Tras enviarle un wasap, me ha devuelto  un mensaje por correo electrónico donde demuestra su vasta cultura, que se torna en basta cuando se pasa de vodka. Lo reproduzco:
«Amigo Julius, el nepotismo positivo entre hombre y mujer es una invención propia de las clases altas en las sociedades contemporáneas. Prácticamente hasta el siglo XX  no se detectan casos, pues la hembra quedaba reducida a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, salvo casos de adulterio consentido por el cabeza de familia. Te daré algunas pistas. El presidente argentino Perón es quizás el gran paradigma, promoviendo a sus esposas Evita y María Estela. Le siguen otros dignatarios con notable éxito. Como tengo artritis reumatoide  en los dedos, dejo de teclear. Entra en Google y  busca ejemplos en este país tuyo que me ha acogido».
Le agradezco de inmediato su ayuda desinteresada y me pongo a navegar por Internet. Enseguida me saltan a la vista cuatro casos significativos sobre ternura de género:
·      -Una alcaldesa por accidente, amante del café con leche en una plaza mayor.
·      -Marido y hermano con apellidos de tenista, copando altos cargos económicos (no en el sentido de mal pagados) y beneficiando con chollo a la consorte y cuñada.
·      -En sentido opuesto (mimo hembrista) otra alcaldesa que coloca a su cónyuge en una gran ciudad del noreste español. Español de momento.
·      -La novia de un líder renovador que pasa con él las 24 horas del día, de casa al Congreso y vuelta, con puestos relevantes ambos.
Dignos representantes del mimo machista al que tiende la casta dirigente.

En el plano institucional, debe aplaudirse que Congreso y Senado hayan sido pioneros en aplicarse la conciliación familiar, tan reivindicada inútilmente por millones de ciudadanos sin cargo. Por algo se empieza.
Al avanzar la hora de cierre en los plenos, parlamentarias y parlamentarios llegan a casa con tiempo para disfrutar con plenitud las delicias hogareñas. En cuanto a las solteras y solteros bicamerales, pueden quedar para tomar unas copas e ir a bailar.  El roce lleva al cariño. Mejorará la convivencia entre partidos, superando la barrera ideológica que supone ser del Madrid o del Barça.

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