Páginas

viernes, 21 de abril de 2017

Cómo salvar la literatura universal









Al nuevo titular, Íñigo Méndez de Vigo, tetraministro de Educación, Cultura, Deporte y Portavocía, no le ha temblado el pulso para cepillarse el estudio de las obras maestras inmigrantes


Desde siempre desayuno con el Boletín Oficial del Estado (BOE) a la vista.  Actualmente en digital. Cada mañana coloco mi tablet presidiendo el zumo de naranja, la tostada de pan integral, untada de oliva virgen extra, y el café con leche desnatada, procurando no salpicar la pantalla. 
Se podrá opinar que soy un tipo raro. Hay antecedentes. Stendhal leía artículos del Código Civil francés para pulir su estilo antes de escribir una novela (pueden encontrar quién fue Stendhal en la Wikipedia). Yo lo hago con el BOE antes de redactar mis cosas. Así salen a veces. 
El martes 11 de la pasada Semana Santa me embebí una vez más en el periódico que mejor controla el Gobierno. Cuál fue mi sorpresa cuando, en el  articulado sobre las pruebas de Bachillerato para acceder a la Universidad, descubro que han suprimido la asignatura de Literatura Universal. Y también en los planes de estudio.

Era de temer. Ya el ministro José Ignacio Wert, actualmente en dorado exilio parisino, se cargó la Filosofía, el Griego y el Latín por su inutilidad para la sociedad 2.0. Al nuevo titular, tetraministro de Educación, Cultura, Deporte y Portavocía, no le ha temblado el pulso para cepillarse el estudio de las obras maestras inmigrantes. 
La fecha elegida para publicarlo ya hace sospechar, en pleno trasiego de vacaciones. También que no haya firmado el propio Íñigo Méndez de Vigo. Tal vez le ha dado vergüenza. Es nieto de la escritora Carmen de Icaza, de quién ha heredado la Baronía de Claret. Como buen noble ha pasado el marrón a un secretario de Estado, que le pagan para limpiar el polvo.
No obstante, me corroe la duda. ¿Habré entendido mal? Llamo a un amigo, precisamente profesor de Literatura Universal en un Instituto del extrarradio.
-¿Es cierto lo que creo, Fulano? –pregunto a bocajarro–.
-Y bien cierto –responde Fulano, compungido–. Consideran que esa materia es una rémora para conseguir empleo.
-Entonces lo tienes crudo.
-Imagina... ayer mismo me he presentado en un chiringuito de playa para trabajar como camarero. Va y me suelta el dueño: “¿Qué experiencia tienes, gafotas? Aquí se viene a dar el callo y no a perder el tiempo”. “Bueno”, le digo, “precisamente he leído En busca del tiempo perdido de cabo a rabo”. “Entonces, puerta. No quiero sabiondos, sino currantes a siete euros la hora, trabajando dieciséis al día y cobrando por ocho”.
Debo buscar una solución para salvar la literatura universal. No tardo en encontrarla: la actualización tecnológica de obras obsoletas. Aquí tienen mi primera propuesta, cambiando títulos y contenidos. Por orden cronológico (en letra negrita la update o modernización).

-El Satyri.com (El Satyricon. Petronio). 
-Mac Beth (Macbeth. William Shakespeare). 
-Email ou De l’éducation (Emilio o la educación. Jean Jacques Rousseau). 
-Oliver Tweet (Oliver Twist. Charles Dickens). 
-Alice in Wonder-Reader. (Alice in Wonderland o en el país de las maravillas. Lewis Carroll). 
-The picture of Dorian Gray in Instagram (El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde). 
-The jungle ebook (El libro de la selva. Rudyard Kipling). 
-Lady Chatfacebook´s Lover (El amante de Lady Chatterley. D. H. Lawrence)
-Gone with the Windows. (Lo que el viento se llevó o Gone with the wind. Margaret Mitchell). 
-Of wireless mice and men (De ratones y hombres. John Steinbeck). 
-Memoires RAM d´Hadrien (Memorias de Adriano. Marguerite Yourcenar). 
-Pantallón y las visitadoras (Pantaléon y las visitadoras. Mario Vargas Llosa).

No hay comentarios:

Publicar un comentario