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viernes, 7 de abril de 2017

Operación Gibraltar




















Preocupa que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se alíe con Gran Bretaña a través de Twitter. Ahí hace más daño que sus diez superportaaviones nucleares.

La actualidad palpitante me exige escribir sobre política internacional. Más que sobre política internacional, sobre el Brexit. Y más que sobre el Brexit, sobre la inminente guerra entre España y Gran Bretaña. No lo tomen a broma. Me lo confirma un contacto con escasa credibilidad.
Se trata de una sobrina, becaria en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Con el desprecio que se tiene a la juventud, nada más entrar la encargaron limpiar los ordenadores. No pasándoles el plumero, sino eliminando la basura acumulada en los discos duros. Una tarea comparable a vaciar las papeleras físicas.
En ambos casos pueden obtenerse documentos clasificados, que harían temblar los cimientos de nuestra civilización. Los espías dedicados a tareas burocráticas se aburren. Descuidan las normas más elementales de la confidencialidad. Olvidan dotar de claves a sus archivos y arrojan a las papeleras expedientes arrugados en forma de pelota, como si jugaran a encestar al baloncesto.
Consecuencia: discos duros y papeleras están llenos de documentos top secret, fruto de la negligencia funcionarial.
Total, que mi sobrina ha descubierto un amplio dossier con intercambio de información entre el CNI de Santamaría y el Ministerio de Defensa de Cospedal. Quizás la rivalidad entre ambas ministras haya provocado el relajamiento en las normas de seguridad.
Entre otras aportaciones, la Junta de Jefes de Estado Mayor ha despertado de su sopor en tiempos de paz y hecho lo que corresponde a cualquier Estado Mayor: un análisis del conflicto en ciernes, desde la mínima posibilidad a la hipótesis de mayor gravedad.
No tengo espacio para detallar el contenido del expediente, que se titula Operación Gibraltar en un alarde de imaginación. Me ceñiré a los puntos principales:
  1. Las opiniones belicosas de barcos de papel como The Sun o The Daily Telegraph son cortinas de humo. Ocultan que la Armada Británica está dispuesta a bombardear las costas españolas frente al Peñón. Entre otras cosas para desviar la atención sobre las funestas consecuencias del Brexit.
  2. Con este propósito se está acelerando la puesta en servicio del portaaviones Queen Elizabeth. Lo comandaría el príncipe Carlos, con el fin de que haga algo útil en la vida.
  3. Para contrarrestar la acción de esta nave, la ministra Cospedal ha solicitado que el portaaviones Juan Carlos Izarpe desde su base hasta la zona de conflicto. También ha sugerido que el rey emérito tome el mando del buque en un nuevo servicio al país. El exmonarca ha respondido que está ocupado en otras cosas y que el portaaviones se está desguazando en Turquía.
  4. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha aprovechado el lapsus para marcarse un tanto: que se encargue la misión a otro portaaviones, el Príncipe Felipe. Cospedal ha respondido que está obsoleto (el nombre, no el buque), debido a lo cual se ha formado una comisión paritaria que solucione el problema. 
  5. El director del CNI alerta sobre reacciones en cadena de las organizaciones animalistas en defensa de los monos de Gibraltar (unos 200, según los servicios de inteligencia). Se teme que los británicos los utilicen como escudos humanoides para dificultar la invasión. 
  6. Se propone como asesor especial de la operación al exministro Federico Trillo, quien añade a su triunfal toma del islote Perejil frente a los islamistas (julio de 2002) su anterior cargo de embajador en el Reino Unido, a partir de ahora denominado Pérfida Albión.

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