MI INFANCIA, DE REPENTE
El azar de las redes sociales compensa mis amistades frustradas. El 1 de
febrero recibo un inesperado mensaje a través del chat de Facebook.
Hola. Mi primer amigo, al que
nunca se olvida. Nos separamos y, aunque a veces te recordaba, no volvimos a encontrarnos.
Lo siento. Cuando vi en Facebook a tu hermana, decidí preguntar por ti. Ya era
hora. Me mandó una referencia tuya con una entrevista que te hicieron, y según
iba reconociéndote, me vinieron recuerdos de aquella infancia en que pasábamos
horas paseando por calles vacías o llenas de gente, por mercados, por sitios en
los que imaginábamos aventuras al ver algún personaje significativo, o
cualquier escena curiosa, para nuestra calenturienta mente. Perseguíamos a
algún sospechoso, o lo acechábamos para hacer de justicieros si fuese
necesario, y con tal vehemencia que a veces nos daba hasta miedo y salíamos
corriendo. Me he alegrado mucho de ver tu trayectoria, tus éxitos, tus
artículos y novelas y comprobar la continuidad de aquella creadora imaginación.
Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Respondo, poniéndole al tanto de mis propios avatares, de mi familia, de
los amigos que se han ido. Desmiento que haya tenido éxitos, si bien reconozco
que imaginación no me falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario