Páginas

sábado, 1 de septiembre de 2018

SE NOS ESTÁ YENDO (TODO) DE LAS MANOS






















Si una frase define la actualidad sociopolítica es “se nos está yendo de las manos”. Así, con su gerundio detestable. Nada de “se nos va de las manos”. Yendo y yendo. 
¿Y qué es lo que escapa a nuestro control manual?, se preguntará el lector. La respuesta es abrumadora: todoAbsolutamente todo, para ser más exacto. Pensemos en lo primero que se nos ocurra. Propongo el conflicto entre Cataluña y el resto de España –o entre Catalunya y Espanya, según otra perspectiva–. 
El lío se remonta a 1715, cuando Felipe V –que no es el padre de Felipe VI, aunque lo parezca, porque las dinastías reales son caprichosas en la adjudicación de los números ordinales– masacra los derechos forales de los catalanes con la intención de exterminarlos. Esta tesis no es mía, sino de un colaborador del periódico digital nacional.cat. E intenta exterminarlos, subraya el articulista, porque no sólo se rebelan contra el absolutismo borbónico, sino que se atreven a actuar como una república soberana.
Les suena, ¿cierto? De 1715 a 2018 han transcurrido 303 años y sólo registramos dos Felipes frente a once presidentes de la Generalitat sistemáticamente ninguneados. No escarmentaremos en los 303 años que vienen a continuación, con sus correspondientes Diadas reivindicativas. Así que ya pueden unionistas e independentistas calmar sus ardores patrióticos y armarse de paciencia. Queda matraca por ambas partes para aburrir a varias generaciones. 
También se nos está yendo de las manos el problema de la inmigración ilegal, cuya consecuencia colateral, el top manta,obliga a nativos y turistas a deambular a saltos por las aceras de las principales ciudades, so pena de pisotear falsificaciones de primeras marcas fabricadas en remotos lugares de la inmensa China. 
Pablo Casado, flamante presidente del Partido Popular, ha dado la voz de alarma en pleno estío, expresando el sentir de muchos acróbatas a su pesar: “Hay 50 millones de inmigrantes recabando dinero para poder hacer la ruta a través de España”. Si esto es cierto, ni dotando a cada transeúnte de una pértiga podrá conseguir el gobierno que los españoles recuperemos las calles. O frenamos el exceso de gadgets en el pavimento, o las compañías de seguros no darán abasto en indemnizar accidentes in itinere
Sobre el déficit y deuda pública disparados, o el complejo encaje de las pensiones en los Presupuestos Generales del Estado, prefiero guardar silencio. Soy de letras y las macrocifras me producen sudores fríos. Podría analizar el turismo salvaje made in Britain en Magaluf, o los sueldos desorbitados en las cúpulas de Ibex-35, pero prefiero animar a que los partidos progresistas reduzcan la brecha entre favorecidos y desfavorecidos, en lugar de repartirse cargos-chollo o comprarse casoplones sin freno ni medida. Parafraseando a Lenin, “el consumismo es la enfermedad infantil del izquierdismo”.
Resulta cada vez más difícil a los pobres llegar a fin de mes. Está comprobado científicamente y no significa que vaya a aumentar la mortalidad del proletariado a partir de la segunda o tercera semana de septiembre, pues entonces se daría la paradoja de que disminuiría el número de pobres sin necesidad de subvenciones públicas. Las desigualdades se rebajarían por pura estadística. 
Muchos sociólogos entre quienes no me encuentro, pues no soy sociólogo, sostienen que tanto desmadre nos lleva hacia el estallido social. ¿Se evitaría si el gobierno de Pedro Sánchez diera otro golpe de magia y estableciera por decreto-ley los meses de 15 días? No me atrevo a afirmarlo, o esta crónica acabaría yéndoseme de las manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario