Páginas

sábado, 7 de abril de 2018

POSVERDADES COMO PUÑOS















Una de las amenazas más graves sobre los sistemas democráticos, tanto o más que el auge de los partidos populistas, es el pernicioso efecto que las redes sociales provocan sobre el libre albedrío de los ciudadanos y pueblerinos, alterando su capacidad de elegir tanto en política como en la compra del supermercado. 

Ahí reside el peligro de la posverdad. Posverdad es un término pedante para disfrazar la mentira de toda la vida. Antes la mentira circulaba a través de libelos escritos, con escasa difusión. Sus autores eran castigados con duras penas de prisión, cuando no con el exilio. 

En casos extremos les esperaba la muerte en diversas variantes: horca, decapitación, quema en plaza pública, etc. 

En la actualidad, las nuevas mentiras cabalgan en las redes sociales y llegan a millones de personas. A diferencia de las antiguas pueden alcanzar la categoría trending topic, premiando por tanto a sus difusorese influyendo decisivamente en el devenir de las naciones. 

Difusores que en lenguaje técnico se conocen como trolls. Según el profesor Metodio Jodorowsky, experto en etimologías enrevesadas, la palabreja procede de sueco at trolla, traducible por “hacer brujería”. Entre trolla y trola no hay más que una “l”. 

Mi farragosa introducción pretende situar a los lectores ante una realidad inmaterial, impalpable. A los pocos que la hayan soportado, dedico la parte más jugosa de este análisis, con tres ejemplos obtenidos de la rabiosa actualidad. 

Primero. El máster fantasma de Cristina Cifuentes. En una carnicería denunciada por la propia afectada, se ha acusado a la presidenta de la Comunidad de Madrid de que jamás lo estudió ni aprobó. Ahorro los detalles, sumamente conocidos. Y aclaro que la tal carnicería no es un establecimiento donde vendan alimentos en malas condiciones. 

Cifuentes se ha valido de soportes virtuales, como plasma y vídeo, para reforzar sus argumentos. 
Yo creo a Cristina Cifuentes y creo que ella se cree a sí misma. No es una trolera. Cuando alguien defiende con tanta tenacidad algo que no existe, ese algo llega a materializarse. Me apoyo en una cita indiscutible: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Carnicería, carne… definitivo. 

Segundo ejemplo, en el otro extremo del arco parlamentario. Irene Montero ha anunciado en Internet que espera mellizos, dos en concreto, fruto de su relación con Pablo Iglesias. Al contrario que a Cifuentes, nadie exigirá a la lideresa de Podemos que aporte pruebas físicas, como una ecografía. Se admite su testimonio sin más. 

¿A qué viene incluir este caso entre las posverdades? A que lo importante sucederá después del venturoso nacimiento. Imaginemos que los vástagos, el vástago y la vástaga, o las vástagas, se hacen de derechas cuando tengan uso de razón. O, algo más frecuente, que Montero e Iglesias experimenten una deriva hacia posiciones ideológicas conservadoras con el paso de los años, mientras que los niños, niña y niño, o niñas se mantienen fieles al ideario podemita; es decir, ni de derechas ni de izquierdas, sino transversales. 

Las redes arderían. Lo dejo para la reflexión. 

Me queda espacio para comentar un tercer suceso que ha conmovido a la opinión pública. Cuando los ministros Méndez de Vigo, Zoido y Catalá han cantado a coro “Soy el novio de la muerte” en la procesión del Cristo de la Buena Muerte en Málaga, suscitando una tormenta de memes en Twitter, lo decían en sentido figurado. No queda claro que la ministra Cospedal los haya acompañado a capela. Si así hubiera sido, constituiría un reconocimiento de transexualidad. (pincha aquí para juzgarlo).